Amo la lluvia, sí que sí, nada más me gusta que ver llover estando en mi cama, tomando algo caliente, mientras miro la tele. Pero hoy fue diferente, porque me tuve que levantar para ir a Once a humillarme: Fui a pedirle plata a mi madre.
No creo una humillación depender de tu madre, pero de la mía... es más que eso. No quisiera hablar mucho, pero en fin, alguien que te expulsó por las piernas no se convierte en tu madre, sólo biológicamente hablando.
Hay veces que pienso y me siento tan alejada a ella, tan diferente... como si fuésemos dos extrañas. En realidad, es así: ella no sabe nada de mí y yo no sé nada de ella. Creo que ella está feliz con esta distancia, ya que nunca le gustó ser cuestionada, ni ella tener que dar detalles. Calculo que ya está acostumbrada a esta distancia...
... Pero yo no. Cualquier persona en su buen juicio quisiera una madre que se preocupe, que la quiera y que sea una amiga. Ella no hace nada. Aunque debo admitir que yo tampoco pongo empeño en mejorar nuestra relación. Pero, ¿para qué? Nada va a cambiar. Hasta ahora lo imposible, existe, y es imposible por alguna razón.
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